Los radicales libres son átomos, por lo general de oxígeno, áltamente reactivos e inestables, que se liberan cuando el alimento es metabolizado en nuestras células para producir energía. También se producen por influencias externas cuando nuestro organismo recibe el impacto de diversos contaminantes o radiaciones. La inestabilidad de los radicales libres se debe a que han perdido uno de sus electrones e intentan reponerlo tomándolo de otros átomos. Esto crea una reacción en cadena que ocasiona grandes daños a nuestras células, daZos que se manifiestan en envejecimiento y un buen número de enfermedades.
A mediados de la década de 1950 el Dr. Denhan Harman de la Universidad de Nebraska se convirtió en el primer investigador en sugerir que los radicales libres son una causa importante del envejecimiento a nivel celular. Esta hipótesis, ridiculizada al principio, ha recibido amplia confirmación y se ha convertido en uno de los principales focos de interés en la investigación científica del envejecimiento y las enfermedades degenerativas.
El Oxígeno ¿Amigo o Enemigo?
Las células de nuestro cuerpo requieren oxígeno para funcionar. De hecho nuestro metabolismo, es decir la suma de los procesos químicos de nuestro cuerpo relacionados con la utilización del alimento, está fundamentado sobre las propiedades químicas del oxígeno. Los físicos han identificado una propiedad en las partículas que componen los átomos a la que denominan rotación. Por lo general cada electrón en un átomo forma pareja con otro de rotación contraria. En el caso del oxígeno esto no sucede, ya que dicho elemento posee dos electrones sin su correspondiente pareja. Este hecho convierte al oxígeno en un elemento altamente reactivo. Un átomo de oxígeno siempre está a la búsqueda de otro átomo con el cual aparear o intercambiar electrones. Esta es precisamente la característica que hace a los átomos de oxígeno esenciales para la vida ya que gran parte de las reacciones químicas de nuestro cuerpo requieren la transferencia de electrones.
Las células de nuestro cuerpo requieren oxígeno para funcionar. De hecho nuestro metabolismo, es decir la suma de los procesos químicos de nuestro cuerpo relacionados con la utilización del alimento, está fundamentado sobre las propiedades químicas del oxígeno. Los físicos han identificado una propiedad en las partículas que componen los átomos a la que denominan rotación. Por lo general cada electrón en un átomo forma pareja con otro de rotación contraria. En el caso del oxígeno esto no sucede, ya que dicho elemento posee dos electrones sin su correspondiente pareja. Este hecho convierte al oxígeno en un elemento altamente reactivo. Un átomo de oxígeno siempre está a la búsqueda de otro átomo con el cual aparear o intercambiar electrones. Esta es precisamente la característica que hace a los átomos de oxígeno esenciales para la vida ya que gran parte de las reacciones químicas de nuestro cuerpo requieren la transferencia de electrones.
Sin embargo, esta misma característica, además de hacer del oxígeno esencial a la vida lo convierte en un elemento altamente tóxico y peligroso. En el proceso de reaccionar con otros átomos y moléculas el oxígeno se transforma en una amplia variedad de sustancias conocidas como oxidantes, entre las cuales se encuentran los radicales libres. Los radicales libres cumplen numerosas funciones útiles en el organismo pero también tienen el potencial de dañar nuestras células y el material genético allí contenido.
Además del metabolismo celular, existen otras fuentes de radicales libres tales como: los rayos ultravioletas del sol, los escapes de los automóviles, la contaminación ambiental y el humo del cigarrillo. En adición, nuestro propio cuerpo produce radicales libres con propósitos específicos. Uno de estos es el de protegernos contra agentes externos. Un ejemplo es el de las células blancas del sistema inmunológico conocidas como neutrófilos y macrófagos. Estas células utilizan grandes cantidades de oxígeno con el cual producen radicales libres que se unen con las bacterias o virus invasores, matándolos.
Por otra parte, los radicales libres también se unen a varias sustancias químicas del cuerpo, entre las que se encuentra el ADN, provocando daños en las mismas. Se estima que el ADN de cada célula es golpeado unas 10,000 veces cada día por radicales libres. Nuestro cuerpo posee una serie de mecanismos biológicos para desactivar estos radicales libres y otros destinados a reparar el daño causado por estos. Sin embargo con el paso de los años se van acumulando daños que no pudieron ser reparados debido a ineficiencias del sistema. Los mecanismos de reparación de daños también van disminuyendo en efectividad con lo cual la acumulación de daños se acelera. Eventualmente los daños que se producen superan por mucho la capacidad de reparación del organismo. El resultado de todo esto es que nuestro cuerpo se torna menos funcional al igual que más débil y vulnerable ante las enfermedades. El primer paso en esta dirección parece ser la creación de radicales libres a una velocidad y en una cantidad que supera la capacidad del cuerpo para liberarse de ellos. A esta condición se le conoce como estrés oxidativo. Se ha estimado que el estrés oxidativo contribuye al desarrollo de más de sesenta enfermedades degenerativas tales como: artritis, cataratas, cáncer, condiciones cardíacas, problemas del sistema inmunológico y del sistema nervioso.
En la actualidad gran parte de las investigaciones acerca de los radicales libres se concentran sobre los efectos de éstos sobre las mitocondrias. Las mitocondrias son estructuras, dentro de las células, dedicadas a la producción de energía.
Las membranas de nuestras células y muy especialmente las del cerebro, poseen una gran cantidad de grasas polinosaturadas. Este tipo de grasa es muy susceptible a la oxidación produciendo gran cantidad de radicales libres que eventualmente daZan la célula. Las moléculas dañadas por los radicales libres se acumulan formando una sustancia o pigmento conocido como lipofuscina que obstruye el funcionamiento normal de la célula. La lipofuscina se manifiesta en forma de manchas amarillentas en diferentes partes del cuerpo, particularmente en el hígado, cerebro, y corazón. La lipofuscina es también causa principal de las cataratas y se encuentra presente en lo que se conoce como “manchas de la vejez” que se producen como resultado de la exposición prolongada a los rayos ultravioletas del sol.
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